En una ciudad como Bogotá en donde existen millones de habitantes, muchos de ellos impedidos para participar en los escenarios donde se exhiben a ciertas élites exclusivas y los medios no cumplen a cabalidad con su función de asimilarlos ni acogerlos, el graffiti es un recurso del que disponen para hacerse notar. Dicho por Umberto Eco: “Se expresan a través del graffiti, aquellos mensajes que no es posible incluir en otros circuitos de comunicación, por incapacidad de poseer un medio” .
Los medios deben contribuir a la adaptación del individuo a la vida social y hacerlo sentir significativo, pero si se trunca este principio, la masa anónima se vale de herramientas como el graffiti para que su voz se oiga, retumbe y tenga, por un breve instante, algún protagonismo en el acontecer de los hechos, de la historia y del tiempo del hombre.
Los funcionalistas, considerados destacados e influyentes dentro de las teorías clásicas de la comunicación, asignan otro nombre a la función asimiladora de los medios propuesta inicialmente por Park. La llaman función de otorgamiento de estatus:
“Tanto la experiencia común como la investigación atestiguan que la
posición social de las personas, o de problemas sociales, se elevan cuando
logran atraer la atención favorable de los medios de comunicación de masas
[…] Aquellos a los que los medios tributan simplemente su atención,
adquieren un estatus más elevado […] Los medios dan prestigio y aumentan
la autoridad de los individuos y de los grupos legitimando su estatus.
El reconocimiento, por parte de la prensa, la radio, los periódicos
o los noticieros, demuestra que alguien ha llegado, que es lo
suficientemente importante para que se lo elija, en medio de
la gran masa anónima, porque sus opiniones y su conducta son lo
suficientemente significativas como para atraer el interés público”
Dado que en la capital colombiana la distinción es concedida a un grupo de personas muy reducido, la vasta mayoría marginada se vale de medios como el graffiti para darse a conocer , y sentirse grande por el tiempo que dure su mensaje plasmado en el muro visible a todos los peatones y citadinos que recorren las calles. Además de servir como instrumento de denuncia, el graffiti permite que el personaje que lo escriba se sienta distinguido e importante por un momento y tenga su podium de la fama entre las avenidas y rincones más concurridos de la ciudad.
Los medios deben contribuir a la adaptación del individuo a la vida social y hacerlo sentir significativo, pero si se trunca este principio, la masa anónima se vale de herramientas como el graffiti para que su voz se oiga, retumbe y tenga, por un breve instante, algún protagonismo en el acontecer de los hechos, de la historia y del tiempo del hombre.
Los funcionalistas, considerados destacados e influyentes dentro de las teorías clásicas de la comunicación, asignan otro nombre a la función asimiladora de los medios propuesta inicialmente por Park. La llaman función de otorgamiento de estatus:
“Tanto la experiencia común como la investigación atestiguan que la
posición social de las personas, o de problemas sociales, se elevan cuando
logran atraer la atención favorable de los medios de comunicación de masas
[…] Aquellos a los que los medios tributan simplemente su atención,
adquieren un estatus más elevado […] Los medios dan prestigio y aumentan
la autoridad de los individuos y de los grupos legitimando su estatus.
El reconocimiento, por parte de la prensa, la radio, los periódicos
o los noticieros, demuestra que alguien ha llegado, que es lo
suficientemente importante para que se lo elija, en medio de
la gran masa anónima, porque sus opiniones y su conducta son lo
suficientemente significativas como para atraer el interés público”
Dado que en la capital colombiana la distinción es concedida a un grupo de personas muy reducido, la vasta mayoría marginada se vale de medios como el graffiti para darse a conocer , y sentirse grande por el tiempo que dure su mensaje plasmado en el muro visible a todos los peatones y citadinos que recorren las calles. Además de servir como instrumento de denuncia, el graffiti permite que el personaje que lo escriba se sienta distinguido e importante por un momento y tenga su podium de la fama entre las avenidas y rincones más concurridos de la ciudad.
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