miércoles, 21 de septiembre de 2011

La expresion es libre

El graffiti no es otra cosa más que el ejercicio del derecho a expresarse libremente e intentar alcanzar visibilidad entre los seres desconocidos que habitan esta selva de ladrillo y concreto. Es apenas entendible que si los canales destinan el contenido informativo a la presentación de sucesos que sólo afectan a un grupo pequeño, aquellos que tiene mucho que decir pero no encuentran un lugar en la radio, prensa o televisión para hacerlo, recurren a la estrategia de escribir en las paredes para manifestar lo que piensan, sienten y saben. El grafiti se consolida como una protesta contra la comunicación dominante que impide la incorporación de ciertos sectores cuando los ridiculiza o discrimina.

En el agitado ritmo de la vida actual muy poca gente se toma el tiempo de conocer al otro.
En la ciudad conviven y confluyen la diferencia y la diversidad cultural porque a ella llegan personas de lugares remotos para establecerse en busca de oportunidades y con miras a forjar un porvenir más próspero. Llegan personas que quieren integrarse a las actividades y rutinas capitalinas para tener voz y voto en todo lo que aquí acontece. Pero cuando muchos de ellos se estrellan con el impedimento para poder intervenir en los medios de comunicación oficiales, se ingenian la manera de hacerse sentir a través del graffiti. Dada la multiplicidad de pensamientos que concurren en la vida urbana y que no todos tienen cabida ni salida en los principales centros de distribución de comunicación, el graffiti facilita y ayuda a que todos tengan una tribuna para predicar sus filosofías, modos de ser y visiones del mundo.

El filósofo francés Emmanuel Levinas, habla sobre la cultura de aceptación del otro. Él se pregunta lo siguiente: “¿Qué sucede con la humanidad en su multiplicidad? ¿Qué decir del que está al lado del otro, del tercero y, con él, todos los demás? ¿Puede esta responsabilidad frente a otro que me hace frente, puede esta respuesta al rostro del prójimo ignorar al tercero que también es mi prójimo? ¿No me incumbe también él?” . Es indispensable conocer a los otros que cohabitan dentro del perímetro de la ciudad para que, de esta manera, se propicie la verdadera aplicación de la democracia. Pero como tanta belleza nunca es cierta, y esta solicitud de acoger al otro que es diferente de mí mismo es una mera especulación teórica; esos otros que se sientes aplacados y acallados irrumpen en la indiferencia por medio del graffiti.

Bogotá es una ciudad pluricultural en la que en vez de exaltar y respetar los valores culturales que forman la identidad de la sociedad, se tiende a desconocer el modo de vida y las creencias de gran parte de sus habitantes. Surge, entonces, el graffiti para hacerle el quite al desprecio y a la incomunicación en que muchos se encuentran sumidos. El graffiti es una muestra de oposición frente a la muerte expresiva de otro que necesita comunicarse para mantenerse vivo. Quien lee un graffiti se pone al tanto de la existencia tangible de alguien más que quiso decir algo. Eso es conocer al otro: oírlo, leerlo y verlo materializado en cualquier pared edificada a lo largo del territorio de la urbe.

Los problemas y situaciones que los medios ignoran y de los cuales se desentienden, son expuestos a la luz pública por los graffitis. Uno de los aforismos de la teoría funcionalista es que: “La publicidad colma la laguna entre actitudes privadas y moralidad pública” . En este contexto, el término publicidad puede sustituirse por el de graffiti. Lo que esta máxima significaría es que el graffiti hace visible lo que a los medios parece no preocuparles ni incumbirles. El graffiti funcionaría como el mecanismo a través del cual algunos se quejan del tratamiento preferencial y privado que dan los medios a determinados personajes y circunstancias del escenario urbano, dejando de lado episodios que son representativos, vitales, urgentes y necesarios para el resto de una buena parte de la sociedad.

El graffiti existe para hacer públicos los asuntos ocultos, para que todas las personas puedan acceder a él y enterarse de las diferentes opiniones y puntos de vista que se tejen en el centro de una democracia efectiva que en ocasiones parece desvanecerse en la conformación de “roscas” dirigentes, favoritistas y manipuladoras. Lo curioso es que se mantenga en reserva la autoría del graffiti ya que nadie se hace responsable de firmar su obra, pero eso es harina de otro costal y tema de otro posible comentario al respecto.

Para volver a lo que nos compete, cabe añadir que a los medios no les conviene monetariamente designar espacios a los más relegados. ¿Para qué darle voz a quien no le genera ganancias al canal?. Los dueños de los medios hegemónicos monopolizan los discursos y no se preocupan por los problemas de los más pobres, rechazados e ignorados sino por incrementar su lucro a toda costa; se muestran reacios a plasmar de modo crítico un mundo diferente al de las élites .

Pero a pesar de que los medios aíslen a un público potencial, éste encuentra en el graffiti la manera de resurgir entre las ruinas del olvido y posesionarse en medio de los principales lugares más transitados. Hay quienes se proponen la tarea de expresarse y se conectan con el mundo así el mundo no se quiera conectar con ellos. El graffiti es el conducto que les permite este acercamiento y resurrección en la sociedad. Hasta los sectores más distantes se comunican ya que “nadie se encuentra totalmente al margen de este mundo” .

Para hacerse visibles y reconocibles fácilmente, los grafitos están ubicados en espacios estratégicos donde un gran número de personas puede verlos y leerlos. Publicitariamente son muy eficientes ya que logran llamar la atención de un público considerado, y lo mejor de todo es que la pared sale gratis, no le cuesta nada a quien hace uso de ella. El precio que se paga es el de ser una expresión muy fugaz en el tiempo debido a que la borran de manera continua y constante.

A este carácter efímero del graffiti, Silva lo llama fugacidad, y se refiere a él en los siguientes términos: “La vida de estos grafemas no ofrece ninguna garantía de permanencia y pueden desaparecer o ser modificados o transformados inmediatamente después de su realización” . Pese a su corta y vulnerable existencia, el grafiti cobra sentido y funcionalidad en la medida en que le sirve a alguien para plasmar y reflejar su posición frente a la vida permitiéndole recubrirse de un aire invaluable de satisfacción.

He aquí una breve recopilación de graffitis selectos, copiados textualmente de la fuente de origen, que ilustran pensamientos sueltos de personas ávidas por emitir una señal. Algunos son tomados del libro “Punto de vista ciudadano”, otros han sido observados y recogidos directamente en diversas calles de la capital o de personas que han nutrido este escrito:

- Paz no es soltar las armas siendo guerra la vida del hombre
- La marihuana mata, pero que mata tan buena
- El siete a las siete
- Para qué la ecología si no estás conmigo
- Sexualidad es más que genialidad
- Jesucristo es el camino
- Mas ejercito (sic)
- Arriba las putas
- Catalina es una perra
- Yo pasé por aquí
- ¿Sabías que te amo? Att: tu gordito
- Andrés y Simón contra Uribe
- ¡Que viva Santafecino. El mejor equipo!
- Dios es negra
- De la salud y de la educa (sic) que se encarge (sic) el govierno (sic)


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