domingo, 9 de octubre de 2011

Las calles respiran

El arte tiene que estar en la calle, a cualquier nivel y a la vista de todos. La calle necesita expresarse, mutar, respirar y reinventarse a cada momento y así lo hace, aunque no siempre en la dirección adecuada. Me refiero a los graffitis, a según qué graffitis y a según qué paredes.
Circulando con mi taxi me encuentro a diario ciertos grafittis en muros, puentes o fachadas que son auténticas obras de arte (si atendemos a la definición de arriba). Expresan ideas, emociones y una particular visión del mundo. Sin embargo, no siempre se exhiben en los lugares apropiados: Algunos edificios, algunas fachadas, también podrían considerarse obras de arte en sí mismas: Pregúntale a sus arquitectos, a ver qué opinan. Tampoco encuentro apropiado, por ejemplo, que un graffiti cubra cristales enteros de vagones de Metro (anulando su función) o se expongan sobre señales de tráfico o carteles informativos (poniendo en peligro la seguridad vial). El arte no debería ‘dificultarnos’ la vida, sino todo lo contrario.
Lo que no consigo entender (ni siquiera como ‘expresión artística’) son todas esas ‘firmas’ de spray, Edding 500 o punzón (para rayarlas en los cristales) que lo único que pretenden es demostrar que el Yonis, el Jasimuri o el Flipper han pasado por ahí. A mí, personalmente, tal dato me importa tres cojones. Lo que sí me importa (y me atañe) es la ingente cantidad de dinero que, tanto ayuntamientos como comerciantes o particulares se gastan cada poco en ‘limpiar’ esas firmas para que al rato vuelvan a aparecer porque susodichos personajes han vuelto a pasar por ahí (¿?)

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